Mentía cuando disimuló que no había cogido la cédula madre
Mentía cuando dijo que no se había comido el último gran pedazo de pastel de manzana (¿amarilla o verde o roja?) que resplandecía encima de la encimera
Mentía cuando se le preguntó por el paradero de la última
letra malva,
recortada
y pegada
(clarividencia)
Se despierta, mintiendo a la voz de los ecos interiores, para permanecer veinte horas siguiendo con la mirada y un hilo de corazón (rojo abierto) a todos los cielos aparentes, para volverse después a dormir, despacio-tranquilo, sabiéndose conocedor de algunos estractos de la memoria, en donde transitan todos los gatos y liebres elejidos, fijando pareceres escasos en eternas filosofías de amor
o en un vaso de agua sucia.

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